Futbolísticamente en coma

Boca dio muy poco (otra vez) frente a Deportivo Táchira en Venezuela pero le alcanzó para ganar merecidamente y avanzar unos cuantos casilleros hacia la clasificación. Nuevamente se iluminó Figueroa y, cuando faltaban tres minutos para el final, conquistó de cabeza el único gol del partido. Hacia trece años que un equipo argentino no ganaba por Libertadores en Venezuela y desde 2005 que el Xeneize no lo hacía fuera de casa en la fase de grupos del máximo torneo continental.

El primer tiempo fue sencillmanete aburrido. Porque lo cierto es que ver jugar a Boca hoy por hoy aburre. Se limita a tocar la pelota sin ninguna idea y con escasa precisión en los últimos metros. Juega siempre lento, nunca acelera y sufre en el fondo rente a un rival claramente inferior como es Deportivo Táchira, porque hoy así lo demostró.

Las únicas "oportunidades claras" de convertir con que dispuso el elenco de Carlos Ischia fueron, en primer término, un remate muy poco potente de Lucas Viatri que contuvo sin problemas Manuel Sanhouse, el arquero del conjunto venezolano. Enseguida, Ricardo Noir le pegó muy mal entrando por derecha.

Juan Román Riquelme y Nicolás Gaitán, responsables de armar juego, nunca se entendieron y dieron muy mal los pases, especialmente el primero, que estuvo muy fastidioso y con pocas luces (o ninguna).

Por su parte, el elenco aurinegro de Venezuela tampoco hizo grandes cosas como para inquietar al siempre seguro portero boquense Roberto Abbondanzieri. Sin embargo, el plan del local era más claro que el del visitante: esperar y presionar en su campo, tratar de conseguir un contragolpe e intentar llegar cerca del área y tirar el centro para la cabeza del atacante argentino Alejandro Delorte, que igualmente pesó poco y nada. Tuvo un testarazo que se fue arriba, eso sí.

El complemento cambió un poco, aunque Boca siguió con su ritmo de tortuga pero inquietó un poco más, particularmente en los primeros quince. El más claro, sin ser una luz, era Gaitán con un Riquelme totalmente ausente.

Al cuadro argentino le seguía faltando la claridad en los últimos metros. Ricardo Noir tuvo su chance pero atajó muy bien Sanhouse en una buena estirada.

Durante un rato, Táchira no cruzó la mitad de la cancha. El dominio fue azul y oro durante varios minutos pero poco a poco retornó la paridad aunque el partido era algo más atrayente.

Por el costado izquierdo de su defensa Boca tenía problemas. En ese sector fue superado Juan Krupoviesa por Gerson Chacón que tiró el centro y Jorge Casanova la mandó muy alta cuando estaba solo para definir.

Poco después, Viatri (más pensando en su pase al Lokomotiv que en nuestro equipo) impactó de cabeza un centro y estrelló la pelota en el palo. La dupla delantera, de floja labor, fue reemplazada por Ischia y finalmente allí estaría la clave del encuentro. Mouche por Noir y Luciano Figueroa por el reemplazante de Palermo a la cancha.

La visita no inquietaba pero tenía le pelota y el cuadro dueño de casa tampoco hizo mucho daño. El partido parecía destinado al empate pero no. Una buena pared entre Figueroa y Riquelme, que abrió para Mouche, quien tiró el centro y cabeceó Lucho, para concretar el 1-0 sobre 42 del segundo tiempo.

Agónico triunfo para un Boca que se ubica como líder de su grupo, el 2 de la Libertadores, con seis puntos pero que sigue dejando muchas dudas en el juego. Hacía trece años que un equipo argentino no triunfaba en Venezuela por Copa Libertadores y casi cuatro que el conjunto de la Ribera no triunfaba fuera de casa por la fase de grupos del máximo certamen continental. Aquel día, el 27 de abril de 2005, superó a Sporting Cristal de Perú por 3-0, con tantos de Pablo Ledesma, Marcelo Delgado y Martín Palermo, para así asegurarse el pasaporte a octavos en la edición de ese año.